Un solo año para un legado eterno: ¿Cuál fue la moto más cómoda de Suzuki y por qué?
Si de motos que quedaron en la historia se trata, hay una de Suzuki que presenta una particularidad: lo logró con solo un año de producción. Cuál, cómo, por qué y todos los detalles.
La Suzuki GSX-R 600 K7 es una moto que se destaca por varios motivos y se ha convertido en uno de los modelos más apreciados y buscados en el universo de las deportivas del siglo. Estuvo disponible en el mercado desde 2006 hasta 2007, justo antes de que el desarrollo frenético de estas motos en ciclos cortos llegara a su fin.
Si leés o te hablan sobre una moto que se vendió solo durante un año es un hecho que pensarás que resultó un fracaso y que quedó rápidamente en el olvido. Justamente por este motivo, la GSX-R 600 K7 es tan recordada; un lapso tan corto de tiempo le alcanzó para ser una de las más importantes de la compañía. La comodidad, la cualidad más importante y distintiva.
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Una mirada a las deportivas japonesas de 600 cc para entender la Suzuki GSX-R 600 K7
Cuando se observan las motos deportivas japonesas de 600 cc de hace 15 o 20 años, parece que todas fueron diseñadas con el mismo molde y con especificaciones muy similares. Sin embargo, había sutiles diferencias entre ellas.
La GSX-R 600 K7 es un claro ejemplo de motocicleta distinta. Tenía que competir con la Honda CBR 600 RR, una verdadera líder; Kawasaki ZX-6R, que jugaba con ventaja gracias a sus 36 cc adicionales de cilindrada; y la Yamaha YZF-R6, radical con una puesta a punto muy agresiva y enfocada en las pistas.
La posición intermedia de la GSX-R 600, la clave
La Suzuki GSX-R 600 K7 se posicionaba en un punto medio entre los modelos mencionados. La R6 era extremadamente rápida y precisa en circuito, con mucho control sobre el tren delantero y un motor casi de carreras, pero esto se traducía en una respuesta muy pobre en el día a día y una ergonomía solo apta para contorsionistas. La Honda, por su parte, era demasiado racional y correcta, atributos que no se buscan en una deportiva.
Así, la moto de Suzuki tocaba un poco todos los aspectos. En circuito era muy divertida, sin llegar al extremo de la R6, pero era justamente lo que permitía disfrutarla en el día a día e incluso utilizarla para realizar algunos viajes. El punto radicaba en algo poco común: una postura ligeramente más erguida y con unas estriberas algo más adelantadas. La espalda del conductor se mantenía más elevada, lo que aliviaba la tensión en el tren delantero y reducía la fatiga en las cervicales a largo plazo.
Especificaciones técnicas que la proclamaban como una gran deportiva
En cuanto al resto de parámetros, la Suzuki GSX-R 600 K7 presentaba cifras muy similares a sus competidoras. Contaba con un propulsor tetracilíndrico de carrera super corta, 125 CV y una zona roja que comenzaba a las 16000 rpm. Como si fuese poco, el sonido al estirar las marchas hasta el corte recordaba mucho al de un monoplaza de Fórmula 1, lo que implicaba un atractivo adicional para los entusiastas de la velocidad.
La parte ciclo era bastante similar a la de sus competidoras en cuanto a especificaciones: chasis de doble viga en aluminio, horquilla invertida y una pareja de frenos de 310 mm con pinzas de cuatro pistones. Asimismo, se podían adquirir piezas aftermarket para optimizar el rendimiento en la pista, aunque no era accesible para todos los presupuestos.
Estética y comodidad de la Suzuki GSX-R 600 K7
Estéticamente, este modelo no era el número 1, especialmente en la parte frontal, sobre todo si se la comparaba (se puede hacer al día de hoy) con las mencionadas R6 o ZX-6R buscaban transmitir una personalidad propia y diferente. Esta se mostraba más neutra en ese aspecto, pero, dentro de la sobriedad de sus líneas, el conjunto exudaba elegancia y armonía.
De todos modos, es posible mencionar detalles destacados de esta motocicleta de Suzuki: los retrovisores con las luces intermitentes integradas como principal elemento estético, óptica frontal con formas imposibles. A su vez, la zona media exhibía mucho empaque y presencia gracias a sus formas macizas y a la integración del silencioso en el ya de por sí abultado cuerpo del vehículo.