La Ducati que tenía todo, menos algo: por qué no pudo ser la mejor
Ducati contó a lo largo de los años con modelos míticos y de alto nivel de aceptación. Hubo uno que podría haber sido el mejor, pero no pudo por una razón: cuál, por qué y los detalles que pocos conocen.
La Ducati 860 GT es una motocicleta que quedó marcada por lo que representó en su momento, pero también por lo que no llegó a ser. Con el objetivo de reemplazar a la exitosa 750 GT, prometía más potencia, mejores prestaciones y un diseño renovado. Sin embargo, le faltó algo que es siempre clave. Y es lo que explica por qué no terminó de convencer al público.
Índice
La ambición por evolucionar y las claves de la Ducati 860 GT
La 860 GT de Ducati se lanzó en 1974 y partió de la base de su predecesora, la mencionada 750 GT a la que buscó darle un salto de calidad general evolucionando ciertos aspectos clave. Las expectativas eran altas, aunque la realidad mostró otra cosa.
El motor, obra del legendario ingeniero Fabio Taglioni, fue ajustado para aumentar su cilindrada hasta los 863 cc, y con piezas del monocilíndrico de la Ducati 450. Con esto, el modelo alcanzaba un total de 57 CV a 7700 rpm y una velocidad máxima de 175 km/h. Estos números parecen modestos, pero hace 50 años eran más que respetables.
En cuanto al chasis, se mantuvieron muchas de las características de la 750 GT, lo que garantizaba una estructura sólida y fiable. No obstante, donde se marcó la gran diferencia fue en en el formato exterior, lo cual fue encargado nada menos que a Giorgetto Giugiaro, un diseñador de renombre con una vasta experiencia en la industria automotriz, quien tomó una particular decisión: romper con las líneas curvas y suaves de la 750 GT y apostar por un estilo más anguloso y rectilíneo.
¿Por qué la moto no conquistó al público?
El diseño de la Ducati 860 GT fue justamente el mayor punto de discordia de Giugiaro. A pesar de su prestigio, no logró enamorar a los aficionados de la marca italiana. ¿Por qué? Básicamente, porque las líneas rectas y las proporciones algo pesadas visualmente no resonaron con el estilo que los seguidores estaban acostumbrados. Esto provocó una caída en las ventas y múltiples críticas que evidenciaban que, aunque la moto tenía un propulsor potente y capaz, exhibía importantes falencias en su apariencia.
Este desencanto con el diseño llevó a que Ducati revisara el modelo y, en 1976, apareció la 860 GTS, una versión que intentó suavizar los errores del pasado. Igualmente, la 860 GT ya había dejado su marca en la historia como una motocicleta que no supo conectar visualmente con su público.
El después de la 860 GT: un legado complicado
A pesar de las críticas, es importante mencionar que la Ducati 860 GT no era una moto mala. Las pruebas de la época elogiaban su mecánica llena de par, ideal para carreteras de curvas y entornos urbanos. De hecho, su comportamiento en marcha lograba disimular su peso de 229 kg, 44 kilos más que su predecesora. Sí contaba con un tamaño y peso que hacían sentir como grande, lo que podía intimidar a algunos conductores.
En lo que respecta al andar y nivel de satisfacción, había puntos tanto positivos y negativos. Si bien el consumo de combustible podía dispararse hasta los 13 litros al ser exigida al máximo, el rendimiento era aceptable, por lo que hacía olvidar estos detalles en el día a día. El diseño, en cambio, continuaba siendo el punto de mayor conflicto.
Al fin y al cabo, es difícil encontrar un vehículo de dos ruedas perfecto. Por este motivo, la Ducati 860 GT aprobaba cualquier examen vinculado a la reputación por parte de los compradores. Sin embargo, es evidente que su diseño le impidió alcanzar el éxito anhelado por la compañía y por más de un aficionado.
Nació en 1995 y los fierros son una de sus principales pasiones. Periodista, licenciado en comunicación y especialista en marketing digital, integra desde 2022 el staff de MotorDigitalPress y colabora con la estrategia de contenidos en www.autotest.com.ar, www.lamoto.com.ar y www.transportemundial.com.ar.