Opinión: viajar con una moto urbana de baja cilindrada ¿si o no?
¿Es realmente recomendable?
De unión de la inexperiencia con las gamas de hacer rutas, hace un tiempo hice un viaje de casi 3.000 kilómetros en una moto que no estaba pensada para trayectos largos. De ahí pude sacar puntos positivos y otros no tanto que le pueden servir como consejos a alguien que esté en una situación similar.
De ese viaje saqué dos conclusiones: la primera tiene que ver con que (casi) cualquier moto y cilindrada te puede llevar a lugares increíbles. La otra, tenía que ver con que, probablemente, no volvería a intentar hacer ese viaje con esa moto.
Pero volvamos un poco atrás para entender el contexto: corría 2015 y, con 20 años, quería hacer mi primer viaje largo. El gran condicionante era mi moto de ese momento, una Honda CBX 250 Twister de 2013, una street, monocilíndrica, de 250 cc y poco más de 20 CV de potencia. Realmente no dudaba de su confiabilidad, pero si que tenia una gran incógnita en cuanto a su rendimiento y a su comodidad. Pero vamos por partes.
Viajar con una moto de calle: aspectos positivos
Si hay un punto que enaltecer de la esa moto nacida para la calle, pero que yo usé en ruta fue su eficiencia. Pese a ser carburada y bancarse trayectos de muchos vientos aun así no consumía mucho más de 4 litros o 4,5 litros cada 100 kilómetros.
Viajaba a una velocidad crucero de 110 km/h cargado con un bolso sobre el colín de la moto. Hago la aclaración de la ubicación del bolso porque con los años aprendí que en motos de baja cilindrada la resistencia al viento es bastante importante para los consumos. En este caso, unas alforjas laterales hubieran colaborado, aunque me parece un consumo super aceptable.
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Otro punto positivo (y lógico) fueron los kilómetros que le hice “en destino”. Al ser una moto urbana, cuando la descargué y la usé para rutas de curvas un poco más recreativas, realmente le pude sacar todo el jugo. Sentía que no necesitaba nada más en cuanto a rendimiento y maniobrabilidad.
Por ultimo, el mantenimiento en el transcurso del viaje fue tan sencillo que roza lo nulo. Solamente me preocupaba por chequear la presión de los neumáticos y lubricar la cadena cada 500 kilómetros aproximadamente por un tema de prevención. Era literal cargar combustible (seguramente chequear el consumo de aceite esporádicamente) y salir.
Viajar con una moto de calle: aspectos no tan positivos
Digo aspectos no tan positivos porque lo que voy a detallar a continuación son aspectos técnicos de una moto de calle mezclados con mi forma de manejar y de pensar un viaje. Seguramente para otro no sean tan negativos o lo contrario.
El primero y más importante tiene que ver con la posición de manejo. Se trata de una moto que te obliga a ir arriba del manubrio, pero más conflictivo fue la colocación de los pies por las estriberas retrasadas. Con mi 1,80 metros realmente mis piernas iban bastante flexionadas y eso, con el pasar de los kilómetros, repercutía en la parte baja de la cintura. Quiero recalcar que tenia 20 años y aún así la molestia existió.
Otro punto negativo tenia que ver con el viento o con lo endeble que sos con las corrientes en un modelo de estas características. Acoplado atrás de el parabrisas y todo, pasar camiones con un clima ventoso era toda una aventura. No sabias para qué lado te iba a llevar el viento a la hora de salir de la succión. Quiero volver a repetir, en un viaje corto todas estas situaciones no pesarían, pero en uno de tantos kilómetros, fueron fundamentales.
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Por ultimo, el tema de la potencia y el rendimiento: viajar a 100 o 110 km/h no está para nada mal, pero se sentía que quedaba poco resto para sobrepesos, más aun cuando había mucho viento. Y como suelo decir, la sensación de tener camiones cerca o que te sobrepase uno mientras viajas en moto, no está tan buena. Si hoy tendría que volver a hacer este viaje, seguramente cambiaria la relación del piñón y corona para ganar un poco más de velocidad arriba. Tal vez perdería esa eficiencia en el consumo de la que antes hablaba, pero ganaría en tranquilidad.
Conclusión
Vuelvo a lo que afirmé al principio. Viajar se puede viajar con cualquier moto y casi de cualquier cilindrada. Sin ir más lejos, Pablo Imhoff, el reconocido creador que contenido (que pasó por nuestro stream) viaja en una Honda Econo de 90 cc.
Pero a riesgo de que me tilden de quisquilloso, eso es algo que no haría durante tantos kilómetros. Personalmente, buscaría la manera de viajar en un modelo un poco más estable, con mejor protección aerodinámica y más cómodo que aquella 250 cc. Estoy agradecido con esa moto por como se bancó aquella aventura de 3.000 kilómetros, pero hay pocas chances de que la vuelva a repetir.