Respecto a la comodidad ofrecida, podemos concluir que es muy confortable para el piloto y “pasable” para el eventual pasajero. Nada grave ni ajeno a estos conjuntos tan compactos que vemos en las naked contemporáneas. Sillín pequeño y algo duro para el acompañante que equipa unos huecos “ocultos” debajo del colín que ofician de asas para complementar a la clásica cinta de retención. Otro es el cantar para el afortunado piloto, que cuenta con un asiento de correcto tamaño y mullido. Además, los 789 mm de distancia al suelo convertirán a esta CB en una montura apta para un amplio abanico de tallas de riders y facilísima de conducir.

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La posición a sus mandos, por lo menos para los de mi contextura, es con el torso levemente inclinados hacia adelante y no llega a ser cansadora incluso luego de conducir un par de horas seguidas. La flexión de rodillas no causa incomodidad gracias a unos pedalines ubicados en su punto justo. Un manillar ancho, engalanado con unos comandos de calidad superior y exquisito tacto, es otra de las características de esta CB. Muy intuitivo y de rápido accionamiento es el pulsador de balizas de la piña derecha cuya ubicación es cuestionable dado que invierte intermitentes/bocina en la piña izquierda. Este cambio, como ya lo dije en la prueba de la CB250, no resulta práctico y cuesta acostumbrarse. Palanca de freno regulable en distancia en 5 posiciones y el ya conocido sistema de Honda H.I.S.S. (que permite la puesta en marcha solo con llaves codificadas) son parte del equipamiento disponible en la CB500F.

Frente a nosotros se halla un instrumental totalmente digital y muy parecido al de la nueva Twister, que me dejó con gusto a poco. No por incompleto, ya que solo podemos reprocharle la falta de indicador de marcha, pero esperaba algo más imponente. Retroiluminado en celeste, cuenta con la siguiente data: velocidad, tacómetro, nivel de combustible, hora, dos trips, consumo instantáneo y promedio, y un útil contador de litros consumidos en el trip 1. Con respecto de los espejos no hay nada para criticar, ya que ofrecen una visión optima de lo que sucede a nuestras espaldas. No tenemos definiciones oficiales, pero desde aquí alentamos para que la marca siga importando productos de esta categoría y de conveniente relación precio/ producto y se anime con el resto de la saga (CB500R Y CB500X), por ejemplo.

Hasta aquí he hecho mucho hincapié en la calidad general de esta CB500F, pero debo reconocer que fue su bicilíndrico por tacto y funcionamiento el argumento más fuerte con el que me encontré. Twin en paralelo de 471 cc, 8 válvulas, distribución DOHC, inyección electrónica PGM-FI y refrigeración líquida son las características principales de este impulsor que lógicamente se ajusta a la normativa Euro4. Se destaca por ser muy lineal y progresivo en su entrega, con una ausencia total de vibraciones sea cual sea el régimen. 47 CV a 8.500 rpm son más que suficientes para los traslados diarios y las escapadas de fin de semana con amigos.

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La ficha no miente, ya que ubica su par máximo de 43 Nm a 7.000 rpm, siendo de esta manera muy aprovechable y divertido el medio régimen. La velocidad máxima está en el orden de los 180 km/h, confirmando su aptitud y solvencia para tomar vías rápidas donde la nula protección aerodinámica propia de toda naked será la penalidad a pagar. Increíble rango de autonomía dado que relevamos 4,1 litros para recorrer el centenar de kilómetros (con una conducción alegre). De este modo, asegura en los papeles reposiciones cada 400 km. Económico, suave y progresivo son las virtudes que se ajustan a la perfección en este bicilíndrico de Honda. El accionamiento del cambio de 6 marchas y del embrague armoniza con su precisión y suavidad en un conjunto verdaderamente placentero de conducir. Contenido, pero bien lleno y agradable es el sonido emitido por el sistema de escape, sobre todo a bajo régimen.

Dentro de la parte ciclo, habría que destacar la horquilla delantera convencional con barras de 41 mm y precarga ajustable. De la suspensión trasera de esta naked se encarga a un monoamortiguador Pro-Link ajustable en precarga sobre un basculante de acero asistido por bieletas. Sin excusas y con la posibilidad de adaptar la suspensión a los gustos y características del piloto y camino.

De apariencia simple, el chasis construido en acero y con el motor como parte portante ofrece rigidez y ligereza a un conjunto rápido y de reacciones predecibles. Para frenar los 191 kg en lleno de la CB500F, Honda la ha dotado con un sistema íntegramente Nissin (bombas y mordazas), montando delante un disco lobulado de 320 mm de mordido por una pinza de doble pistón y un trasero igualmente lobulado de 240 mm y pinza de un pistón. Un ABS de doble canal completa un equipamiento de primera línea. Como siempre el apartado de frenos es un punto fuerte en los productos del ala. Por último, calza neumáticos Dunlop SportMax en medida 120/70-17 y 160/60-17 sobre llantas de aleación de 6 rayos dobles que van muy bien, incluso en agua como pudimos comprobar.