Triumph Tiger Sport 800 Test Ride

La familia Tiger de Triumph sigue creciendo y diversificándose, pero no todo pasa por el universo trail. En un mercado donde ese segmento parece dominarlo todo, la Tiger Sport 800 llega para recordar que las sport touring siguen teniendo un lugar muy claro y bien definido. Probamos esta nueva propuesta de la casa británica en una jornada exigente, con lluvia constante y condiciones reales de uso, y estas fueron nuestras conclusiones.

La Tiger Sport 800 se posiciona un escalón por encima de la 660, no solo en potencia y equipamiento, sino también en ambición. Está pensada para un público amplio: quien ya conoce la Tiger Sport y busca un salto cualitativo, quien viene de una naked deportiva pero quiere viajar más cómodo sin resignar sensaciones, e incluso para el usuario que deja atrás el trail porque su uso es mayoritariamente rutero. En ese contexto, esta Triumph encuentra rápidamente su razón de ser.

Triumph Tiger Sport 800: Diseño

Desde lo estético, la Tiger Sport 800 es una moto que entra por los ojos. Su diseño es claramente deportivo, con una impronta más cercana a una semicarenada tradicional que a una trail con guiños aventureros. En un segmento donde algunas rivales adoptaron líneas más off-road, Triumph eligió diferenciarse con una silueta baja, agresiva y bien plantada sobre el asfalto. La iluminación full LED refuerza esa identidad moderna, con una firma lumínica que se aprecia incluso desde los espejos, y una paleta de colores que acompaña con sobriedad y elegancia.

Motor y rendimiento

Pero si hay una verdadera joya en esta Tiger, está en el motor. El tricilíndrico de 798 cc entrega 115 caballos y 84 Nm de torque, cifras que se traducen en un funcionamiento brillante. Más allá de que la potencia máxima aparece en la zona alta del tacómetro, el carácter del motor es sorprendentemente elástico. Se puede circular a bajo régimen sin tironeos y acelerar con suavidad desde marchas largas, algo que se agradece tanto en ruta como en ciudad. No vibra, responde siempre y además mostró un consumo contenido: durante la prueba, el promedio fue de 5 litros cada 100 kilómetros.

Ese conjunto se apoya en una caja de seis marchas con embrague asistido y antirrebote, acompañada por un quickshifter de serie que merece un párrafo aparte. Funciona de manera impecable tanto en subidas como en reducciones, a cualquier régimen, y permite prescindir del embrague salvo para arrancar desde cero. Su precisión y suavidad lo convierten en uno de los mejores del segmento.

El equipamiento está a la altura de lo que se espera de una sport touring moderna. Calientapuños, parabrisas regulable, deflectores laterales y una protección aerodinámica muy lograda fueron claves durante una jornada marcada por la lluvia constante. Las suspensiones Showa, con horquilla invertida regulable y monoamortiguador con ajuste de precarga mediante pomo, ofrecieron confort y control en todo momento.

El instrumental combina LCD y TFT, con conectividad al smartphone, navegación curva a curva y modos de conducción Rain, Road y Sport, que modifican claramente la respuesta del acelerador y las ayudas electrónicas. El sistema de frenos, con doble disco delantero y ABS en curva asistido por IMU, mostró potencia y excelente dosificación incluso sobre piso mojado.

Con un tanque de 18,5 litros, control de velocidad crucero y neumáticos Michelin que demostraron un agarre sobresaliente bajo la lluvia, la Triumph Tiger Sport 800 se presenta como un paquete equilibrado y muy bien resuelto. Una moto pensada para devorar kilómetros por asfalto, con carácter deportivo y un nivel de refinamiento que confirma que, por suerte, no todo es trail.