De los colores ofrecidos (negro, blanco, gris y rojo) el de nuestra unidad de prueba es –a nuestro gusto– el que le otorga mayor presencia, haciéndolo muy vistoso en la calle. El interior del escudo presenta, a sus lados, unas rejillas canalizadoras de aire. En el centro se encuentra la gaveta portaobjetos. Ésta posee cerradura, pero carece de “baranda” para contener los objetos guardados en su interior que inexorablemente se caerán al abrir la tapa. Lamentablemente no es de la partida el práctico gancho para colgar bolsas, pero gracias al piso absolutamente plano se puede transportar algún bulto sobre él sin problemas. Las estriberas del eventual acompañante están recubiertas en goma y son rebatibles.

Con respecto al asiento debemos destacar su amplitud y generoso mullido, que repercute directamente en el confort de marcha para piloto y acompañante. Posee tapizado antideslizante de muy buena calidad con sus costuras en ribetes rojos. Debajo cuenta con espacio suficiente para alojar un casco y algún otro elemento más. Las asas de sujeción se encuentran integradas a una bonita y robusta parrilla capaz de soportar el anclaje de un baúl tipo top case y así incrementar aún más la capacidad de carga. El grupo óptico posterior es de gran tamaño y, aunque es totalmente halógeno, su funcionamiento es impecable. Un escueto guardabarros rasante al neumático (de medida 120/80-16) ayuda a la tarea ofrecida por el soporte portapatente con luz y reflectivos. La suspensión trasera está a cargo de un conjunto de amortiguadores hidráulicos con regulación en la precarga de sus resortes. Un punto alto del modelo es ofrecer sistema de freno a disco para el eje posterior con pinza de doble pistón. El escape es de contenida sonoridad y su protector es de chapa cromada.

Una vez cómodamente sentados en el MD 150N posamos la mirada en el tablero de instrumentos que ofrece correcta información: tacómetro analógico (mal resuelto el color de la tipografía, ya que se pierde y se dificulta su lectura) y en formato digital el velocímetro, odómetro y nivel de combustible. Acompañan los clásicos indicadores lumínicos de intermitentes, luz alta/cruce y reserva. Los comandos son los vistos en modelos de igual origen, de buen funcionamiento y calidad promedio. Se destaca, por su utilidad, la incorporación del interruptor de balizas. Sin objeciones para los puños ni para las manijas de freno. Con respecto a los espejos, hubiéramos preferido que sus brazos soporte fueran más largo para lograr así un campo visual más amplio de lo que sucede a nuestras espaldas.

Con respecto al impulsor, se trata de un monocilíndrico vertical de 150 cc, 4 tiempos, 2 válvulas (SOHC), alimentado por carburador y refrigeración forzada por aire. La potencia no es declarada por el fabricante, pero podemos asegurar que es acorde al rango de utilización al cual será sometido. La reacción al abrir el acelerador desde parado es algo perezosa (y más con acompañante), pero una vez vencida la inercia ofrece una escalada progresiva en el tacómetro. Las vibraciones (provenientes de la transmisión) solo se hacen presentes a bajas rpm, sin ser severas ni molestas. El arranque mediante botón o patada es rápido y sencillo. El dato de consumo, tampoco suministrado por el fabricante, es de aproximadamente 2,5 litros para recorrer un centenar de kilómetros en uso mixto. Lo que brinda una correcta autonomía gracias al tanque de 6 litros. La transmisión es automática por variador continuo (CVT) y aplica la potencia de forma progresiva haciendo que la aceleración sea constante. La velocidad máxima obtenida es correcta y acorde: en torno a los 95 km/h.

Como mencionamos, el apartado frenos es un punto destacado del modelo porque ofrece disco en ambos ejes. El delantero responde con contundencia, mientras que el trasero brinda un buen acompañamiento sin mostrar la prematura fatiga del sistema a tambor cuando se lo exige. Dada las prestaciones del vehículo y el uso al que está orientado, el trabajo del equipo de frenos es más que satisfactorio.