Como es de esperar, con solo 802 mm de altura de asiento, es muy sencillo para cualquiera ponerse a los mandos de esta 150. Cuenta con caballete central que nos permite estacionarla en cualquier lugar y facilita las tareas de mantenimiento. El panel de instrumentos es completamente analógico, de rápida y fácil lectura. Cuenta con los cuadrantes correspondientes al velocímetro (con odómetro solo total y testigo de neutro) y tacómetro, dejando en el medio el medidor de nivel de combustible y los testigos lumínicos de intermitentes y luz alta. Otro detalle de calidad es la pieza de fijación del manillar sobre la tija, que es de aluminio y posee mecanizadas las siglas SZ. Los comandos en las piñas son los ya vistos en otros modelos de la marca, de excelente tacto y funcionamiento. Tiene  gatillo de passing y tirador de cebador en la piña izquierda. Los espejos también son otros viejos conocidos, pero en esta Yamaha ofrecen una regulación más sencilla y mejor visión de lo que sucede a nuestras espaldas.

El corazón de la SZ-RR es un ejemplo de serenidad y buen funcionamiento para todo monocilíndrico. Se trata de un moderno 149 cc, 4 tiempos, distribución SOHC, alimentación a carburador y refrigeración por aire. El mismo fue diseñado y construido bajo el concepto “Blue Core” de Yamaha que prioriza el bajo consumo, una relación amigable con el medio ambiente y la rápida respuesta al abrir gas. Eroga unos 12 CV a 7.500 rpm de manera muy progresiva y se siente muy a gusto del medio régimen en adelante. La velocidad máxima supera los 100 km/h (se podrá obtener algún dígito más luego de un correcto ablande) y la alcanza rápidamente gracias al correcto escalonamiento de la caja de 5 velocidades que le permite exprimir las bondades de este impulsor. El comando de la misma (con talonera, como dijimos) es corto, sin imprecisiones ni frenos y con un embrague de accionamiento suave y fácil de modular. El consumo promedio que pudimos corroborar nos arrojó unos “miserables” 2,8 litros para cubrir el centenar de kilómetros, cifra que podrá ser mejorada con un manejo más cuidado y con un motor más “liberadito”.

En el apartado frenos, debemos decir que el delantero nos dejó gusto a poco. Monta un disco de 245 mm con una pinza de un pistón que ofrece una correcta dosificación aunque no brinda el mordiente al que nos tiene acostumbrados la marca japonesa. No obstante, la efectividad del sistema en general no se ve afectada de forma acusada porque el tambor trasero de 130 mm acompaña muy decentemente. En otras palabras, aunque se trata de un conjunto muy efectivo y superior a la media, esperábamos algo más de poder en el eje delantero.

El arranque, incluso en días muy fríos, es sumamente rápido y sencillo. Solamente tenemos que tirar del cebador correctamente ubicado en la piña izquierda y pulsar el botón de arranque o tenemos que darle a la patada. Una vez obtenida la temperatura ideal de funcionamiento, el 150 se muestra muy dócil y suave en su marcha, siendo muy sereno y extremadamente contenido en sus vibraciones.

El esquema de suspensiones es muy básico, pero no por eso menos efectivo. Equipa una horquilla hidráulica convencional (sin ajustes) y un juego de amortiguadores hidráulicos con ajuste en la precarga de los resortes en cinco posiciones, priorizando el confort de marcha en el tránsito urbano sin descuidar la estabilidad. El chasis tipo diamante aporta a la causa ciclo, es muy liviano (133 kg con todos los fluidos) y ofrece una manejabilidad superior. Se muestra muy ratonera y rápida de reacciones. Es ideal para movernos en nuestras colapsadas ciudades, ámbito en el que se desenvuelve de manera sobresaliente. El paso por curva es muy estable y brinda mucha seguridad al piloto, permitiendo inclinaciones superiores a la media donde los límites los impondrán los finos neumáticos (de origen indio) que monta.