El asiento es de una pieza y niveles diferenciados para ambas plazas, está forrado en material antideslizante con de un tamaño y mullido que no generarán fatiga durante los traslados urbanos. El pasajero se podrá sujetar firmemente gracias al asa colocada detrás del asiento. El remate posterior es, a nuestro siempre subjetivo juicio, lo que menos nos gustó del diseño de la Ignitor. Con un faro principal (algo demodé) de acrílico rojo y tecnología halógena. Los intermitentes repiten diseño con los delanteros y se fijan a un cortaspray que integra el soporte portapatente con luz y reflectivo. Lo mismo pasa con el sistema de escape, tubo largo y de forma cónica que trata de modernizarse un poco mediante protector antiquemaduras y la tapa final cromada. La suspensión trasera es mediante un basculante construido en acero de sección cuadrada asistido por un juego de amortiguadores con ajuste en la precarga de los resortes. El freno, por su parte, es a tambor de expansión interna de 130 mm. Un detalle del modelo y que habla un poco de esa confiabilidad a la que hacíamos referencia es la inclusión de un cobertor plástico integral para la transmisión final a cadena. Un elemento poco visto en estos tiempos, pero que sin duda alarga la vida útil de la transmisión.

Sus cotas reciben cómodamente a casi cualquier tamaño de piloto. De serie, además del pie lateral, cuenta con caballete central de muy cómodo accionamiento. El tablero de instrumentos es del tipo mixto de fácil y rápida lectura, con una esfera analógica para el velocímetro y una pantalla lcd para nivel de combustible, odómetro total y uno parcial. Acompañan los testigos luminosos de intermitentes, neutro y luz alta/cruce, todos de generoso tamaño. Un detalle de terminación presente es el carenado que enmarca al instrumental y que esconde buena parte de los cables. El manillar cromado posee una curvatura acusada, que es responsable de la descansada posición de los brazos durante la conducción.

Los comandos en las piñas (como otros componentes presentes en la Ignitor) recordarán a algunos modelos de Honda, ya que todavía se pueden ver vestigios de su alianza en las motos indias. Buen funcionamiento para ellos, donde se destaca el gatillo de passing y la ausencia del interruptor de contacto. Los espejos se ajustan fácilmente para obtener una visión adecuada de lo que sucede a nuestras espaldas.

La planta motriz se destaca por su confiabilidad y nobleza. Se trata de un monocilíndrico de 124,7 cc, OHC, alimentado por carburador, arranque eléctrico o a patada y refrigeración por aire. Entrega 9 CV que son suficientes para moverse entre el tráfico urbano, su hábitat natural. A los nostálgicos se les caerá un lagrimón al ver ese cilindro en posición casi horizontal y su comando de caja con talonera, que en este caso es necesario ya que sus cuatro marchas son “todas para arriba, todas para abajo”. La velocidad máxima se ubica en el orden de los 100 km/h. El bajo consumo y la autonomía es otra de sus virtudes, con unos 3 litros para recorrer los 100 km aproximadamente.

Respecto de las suspensiones, podemos decir que la horquilla tiene un setting orientado al confort al igual que el juego de amortiguadores traseros, que podremos regular en la precarga de los resortes según llevamos equipaje o acompañante. La precisión y el desempeño de los frenos son correctos y acordes a las prestaciones, con una buena mordida adelante y buen tacto del tambor trasero. No se evidencian fatigas prematuras del sistema y transmite confianza en cualquier situación.